La psiquiatra y analista junguiana Jean Shinoda Bolen, que estuvo en la Argentina, donde vino para presentar su obra en la Feria del Libro, y para ser anfitriona de uno de sus «Círculos de Mujeres», afirmó que el patriarcado está llegando a su fin y será reemplazado por un nuevo orden que «humanizará» la política y las relaciones sociales.
Aunque su familia es de ascendencia japonesa, Shinoda Bolen nació y vive en Los Angeles, donde además de llevar escritos más de 30 libros obtuvo un título como doctora en Medicina, analista junguiana y profesora de Psiquiatría en la Universidad de California.
En su paso por el país, al que fue invitada por la Fundación Arte Vivo y Ediciones Continente, y donde contó también con el auspcio de Mujeres sin Fronteras, aseguró que «ya hay signos del cambio». Y los detalló: «El calentamiento global, las crisis financieras globales y la certeza de que ya se ha perdido la fe en las personas que están en el poder».
Según la ensayista, «las mujeres están capacitadas por cuidar el planeta tal como cuidan de sus hogares y de sus hijos. Es el mismo principio pero a escala internacional».
Testimonio de Adriana Mastrangelo, cantante lírica del Teatro Colón y participante del encuentro que se llevó a cabo en el Hotel Hilton:
«Un ritmo familiar llama mi atención al finalizar la pausa para el café, la mano de Jean golpea el micrófono al ritmo de su corazón, llamándonos, y cuando el barullo finalmente se calma ella nos dice: «este es el mensaje que quiero dejarles, escuchen a su corazón». Lo que propone es simple y fuerte. Al mundo le hace falta que las mujeres aportemos desde nuestro saber profundo. Para eso es necesario que aprendamos a hablar y escuchar desde el corazón. A actuar en conjunto de forma nueva, con libertad e igualdad. Sostenernos unas a otras solidariamente. Propone formar círculos de mujeres que tengan en su centro simbólico y real a lo trascendente, lo sagrado. Un circulo de mujeres en el que cada una está a la misma distancia del centro que las otras, porque cada vida tiene valor, cada uno tiene un lugar. Hay una interconexión entre el individuo y el todo… es decir «yo importo», «yo tengo un centro y soy parte». Quisiera pertenecer a un círculo así, tener la posibilidad de que un conjunto de voces libres e iguales puedan hacer la diferencia en la búsqueda de la paz, del cuidado de la Tierra, la protección del débil, en contra del abuso… caminar de la mano con otras mujeres, sabiendo que, como en una peregrinación, el camino es al mismo tiempo hacia adelante y hacia adentro».
Jean Shinoda Bolen sostiene que «hay un estudio realizado por la Universidad de California que demuestra que la mujer reacciona ante el estrés de manera diferente al hombre: mientras en nosotras se da una respuesta positiva generada por un aumento de oxitocina —la hormona de la maternidad— ellos se vuelven más agresivos», apuntó.
Y agregó: «Es importante tener en cuenta que las mujeres no toman tantos riesgos como los hombres, ya sean en tiempos de guerra como de paz. Hoy es un signo de esperanza el incremento de mujeres que cada vez más se involucran en cuestiones de ayuda humanitaria y en negociaciones de paz».
En sus textos, Shinoda Bolen parte de dos hitos excluyentes protagonizados por mujeres —la conquista del sufragio femenino y los movimientos de liberación de los 70— para formular su hipótesis sobre la irrupción de un tercer escenario relacionado con los movimientos de paz.
«Este proceso está en gestación y se vale de algunos fenómenos complementarios, por ejemplo los 20 años que llevamos de mayor igualdad entre el hombre y la mujer, además de la impronta que están teniendo a nivel mundial los movimientos ecológicos», ilustró.
«Hoy hay posibilidades de que ingresen a las esferas de poder esos valores más ligados a lo femenino como el nutrir y la interdependencia, aunque eso no implica que necesariamente se transforme en una cuestión privativa de las mujeres.
De hecho, no todas las mujeres tienen esas capacidades», explicó. «A partir de la manera en que son educadas actualmente, las mujeres han desarrollado ambos hemisferios cerebrales y han tenido incluso esa posibilidad más que los hombres. Por otro lado, la mujer tiene la capacidad de la empatía, que le permite colocarse en el lugar del otro mucho más de lo que han podido ellos», afirmó Shinoda Bolen.
En «El millonésimo círculo» (Ediciones Continente), la autora propone la formación de círculos de mujeres para alentar este cambio: «Un círculo digno de confianza tiene un centro espiritual, un respeto hacia los límites y una poderosa capacidad de transformar a las mujeres que lo constituyen», asegura en la obra.
«Me parece importante alentar a las mujeres a formar círculos que tengan un componente espiritual. Simplemente escuchando los problemas, anhelos y miedos de otras mujeres y contando los tuyos, es posible adquirir mucha fuerza», aseguró Shinoda Bolen.
«Entre mujeres hay una conexión natural. Algunos estudios evidencian que cuando una mujer que sufre estrés habla con otra mujer, ambas liberan la hormona de la maternidad que provoca que el estrés descienda», graficó.
Shinoda Bolen está convencida de que los círculos de mujeres no tendrían la misma eficacia si incluyeran la participación masculina: «Los hombres usarían el círculo para afirmar su posición de poder dentro de la estructura, mientras que las mujeres están más predispuestas a hablar de sus sentimientos y de sus vulnerabilidades».
Testimonio de Grilselda Lassaga, consultora de empresas con visión de género: «El post patriarcado puede encontrar en la formación de círculos una serie de principios que agilicen la resolución de conflictos de manera de red, matricialmente. Como dijo Shinoda, ya es hora que, se deje de mirar la luna desde el planeta tierra. Debemos aprehender, que desde 1969, nuestro planeta viviente nos permitió admirar desde la luna su belleza y vulnerabilidad de la cual somos todos y todas responsables».
Para leer más: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1122577
Mayo de 2009