El quinto modo de oración
1. Tomamos nota de todos los acontecimientos, los que vemos cuando no hay paz, sin juzgarlos como buenos, malos, justos o injustos.
2. Mediante la tecnología del pensamiento, el sentimiento y la emoción creamos las condiciones desde nuestro interior que elegimos para tomar nota de nuestro mundo exterior. Por ejemplo: «Un cambio positivo en la Tierra, sanación para todo tipo de vida y paz en todos los mundos». Nuestro sentimiento de que ya es así da fuerza a nuestra oración y materializa ese fruto. Al hacerlo, hemos renovado el recuerdo de una posibilidad mejor.
Reconocemos el poder de nuestra «tecnología interna» y damos por hecho que nuestra petición ya se ha cumplido; la paz y el cambio positivo ya están aquí.
Nuestra oración consiste ahora en:
a) reconocer lo que hemos elegido,
b) sentir que ya se ha cumplido,
c) dar gracias por tener la oportunidad de elegir, y al hacerlo infundimos vida en nuestra
elección.
Las últimas traducciones de los textos arameos originales ofrecen nuevas visiones de por qué las referencias a la oración han sido tan ambiguas en el pasado. Los manuscritos del siglo xii revelan el grado de las libertades que se tomaron para condensar la estructura de
las frases y simplificar su significado. Quizás una de las referencias más evidentes, y al mismo tiempo sutiles, sea una oración que se ha enseñado durante varias generaciones a los estudiantes de teología y a los alumnos del catecismo dominical. Este fragmento de
nuestro método de oración olvidado nos invita a «pedir» el beneficio de nuestra oración, como en nuestra conocida admonición «pedid y recibiréis». La comparación del texto arameo ampliado con la versión bíblica moderna de la oración nos ofrece poderosas
revelaciones sobre las posibilidades de esta tecnología perdida.
La versión moderna condensada:
En verdad, en verdad os digo, que todo cuanto pidiereis a mi Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido (Jn, 16,2324).
La versión original, vuelta a traducir del arameo:
Todo aquello que pidas directa y abiertamente… en mi nombre, te será concedido.
Hasta ahora no lo has hecho. Pide sin un motivo oculto y serás rodeado por la respuesta.
Déjate envolver por lo que deseas, que tu júbilo sea completo…
A través de las palabras de otros tiempos, se nos invita a acoger nuestro olvidado método de oración como una conciencia que nosotros encarnamos, en lugar de una forma prescrita de acción que realizamos para tal efecto. Al invitarnos a estar «rodeados» por nuestra respuesta y «envueltos» por lo que deseamos, este antiguo pasaje hace hincapié en el poder de nuestros sentimientos. En nuestro lenguaje actual, esta elocuente frase nos recuerda que para crear nuestro mundo, en primer lugar hemos de tener los sentimientos de que nuestra creación ya se ha realizado. Nuestras oraciones se convierten entonces en una acción de gracias por lo que hemos creado, en lugar de ser peticiones de lo que queremos que suceda.
(Greg Braden, «El efecto Isaias»